martes, 7 de octubre de 2008

Buenas y Malas Amistades

Una joven, llamada Sara, le contó las penas a su confidente. Le explicó que se había hecho amiga de un hombre que resultó ser un asesino. Por tal razón se lamentó así: “Tenía toda mi confianza y fue capaz de cometer esa atrocidad. Ya no tengo fe en la gente”. Su oyente le preguntó si no había indagado antes sobre los principios de aquel sujeto. Ella contestó: “¿Principios?. Sara ni siquiera sabía lo que quería decir aquella palabra. (Los principios son las normas o ideas fundamentales que rigen la conducta).
La respuesta a esta pregunta pudiera significar, literalmente, vida o muerte. Un proverbio bíblico lo expresa de este modo: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero el que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal” Sin embargo, muchos caen en el mismo error que Sara: seleccionan sus amistades basándose únicamente en que haya química, es decir, que congenien. Es cierto que nos gusta estar con quienes nos hacen sentir bien. Sin embargo, si ese es el único criterio en el que se basa nuestra selección de amigos y les damos poca o ninguna atención a sus cualidades más profundas, tal vez terminemos sufriendo un gran desengaño. ¿Cómo podemos saber si una persona tiene buenos valores morales?

Poseer elevados valores morales

Para empezar, uno mismo debe poseer principios morales, o sea, tener muy claro qué está bien y qué está mal y obrar en consecuencia en todo momento. Otro proverbio de la Biblia dice: “Con hierro, el hierro mismo se aguza. Así un hombre aguza el rostro de otro”. En efecto, si dos compañeros aportan integridad firme a una relación —una fuerza semejante al hierro—, se ayudarán mutuamente a mejorar su carácter, y al mismo tiempo disfrutarán de vínculos más estrechos. “Además de escuchar y hablar con amabilidad, el verdadero amigo te reprende si haces tonterías”. Así es, sin importar su edad, este amigo nos ayuda a proseguir por buen camino y nos corrige cuando vamos a cometer imprudencias. La Biblia lo expone de este modo: “Las heridas que hace un amigo son leales”. Por lo tanto, si queremos fortalecernos moral y espiritualmente, hemos de relacionarnos con quienes tengan amor por Dios y sus principios.
“Cuando no hay nadie con las mismas creencias y valores cristianos, se debe de valorar más lo que se ha aprendido y valorar la importancia de contar con buenos amigos.

Cómo evaluar posibles amistades

Si hemos pensado en entablar una amistad con alguien, lo primero es examinar cómo son sus amigos, pues así nos haremos una buena idea de cómo es él mismo. Además, debemos ver qué opinan de él los miembros maduros y respetables de la comunidad. Conviene también fijarse no solo en cómo se porta con uno, sino con otras personas, particularmente aquellas que no puedan aportarle ningún beneficio personal. A menos que siempre trate con honradez, integridad, paciencia y consideración a las demás personas.

Conocer la verdadera personalidad de un ser humano exige observarlo día a día con paciencia y habilidad. Dice la Biblia: “El consejo (la intención o el propósito) en el corazón del hombre es como aguas profundas, pero el hombre de discernimiento es el que lo sacará". Hay que hablar con las posibles amistades acerca de asuntos serios, pues sacará a la luz los auténticos rasgos de su carácter, sus motivos y, efectivamente, sus valores.
¿Qué tipo de personas somos? ¿Amables o frías? ¿Optimistas o pesimistas y desconfiadas? ¿Egoístas o altruistas? ¿Confiables o desleales? Si delante de uno airean las faltas de algún conocido, ¿qué impedirá que nos critiquen a nuestras espaldas? Bien dijo Jesús que “de la abundancia del corazón habla la boca”. Así que cuando se expresen, debemos estar muy pendientes.

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